El presidente de la vergüenza

«No me convencerán para que me quede», dijo Giorgio Napolitano el 14 de abril, hace apenas una semana. Ayer, en un giro inesperado de los acontecimientos, se comió sus propias palabras y aceptó ser reelegido.

El mismo presidente que, cuando estalló el escándalo Berlusconi con sus affaires de prostitución de menores no quiso convocar elecciones, que hubieran significado la muerte política del cavaliere y designó un «gobierno técnico» que aplazó el plebiscito democrático durante dos años, permitiendo que la maquinaria propagandistica del hombre más poderoso de Italia ganase tiempo para recomponer su imagen.

Los italianos se la prometían felices con el candidato Stefano Rodotà, figura respetada y de reputación intachable que estaba a la cabeza de las votaciones y la preferencia de una gran mayoría de la ciudadanía. Un grupo de intelectuales firmó un manifiesto en favor del jurista, las bases del PD también le apoyaban, incluso el ministro del gobierno en funciones y miembro del PD, Fabrizio Barca, apoyaban la candidatura de Rodotà.

Sin embargo, Bersani hizo oídos sordos. Primero pactó con Berlusconi la candidatura de Franco Marini, que la asamblea rechazó. Luego propuso a Romano Prodi, otro cadáver político que no tuvo apoyo ni de una gran parte de los representantes del PD, retirando después su candidatura y forzando la dimisión del mismo Bersani como secretario general del Partito Democrático.

Con el apoyo del Movimento 5 Stelle, el ecologista de izquierdas SEL y el PD, Rodotà podría haber sido elegido presidente. Pero el PD no quiso. Y ya había quemado dos candidaturas. Se le habían acabado las ideas, y nadie sabe, porque nunca han respondido, por qué no querían a Rodotà.

«¿Es demasiado culto?¿Demasiado independiente?¿Demasiado honesto?¿Demasiado popular?¿Demasiado presidente de todos?¿Demasiado peligroso para los procesos de Berlusconi?¿Demasiado instransigente con los escandalos financieros, como el de Monte dei Paschi? Querría una respuesta, no lo entiendo, no comprendo que su partido no quiera votarlo. Proviene de su área política (la izquierda). Es un hombre íntegro. Si lo vota el PD, SEL y el M5S obtendría la mayoría necesaria. ¿Por qué no? Deben explicarlo, si no quizás hayan motivos inconfesables para no hacerlo», preguntó Beppe Grillo desde su blog.

Berlusconi, que esperaba agazapado, movió ficha. Fue a visitar a Giorgio Napolitano y le pidió que se postulara a la reelección. Al poco, el PD se sumo a la petición y le siguieron el perrito faldero del PDL , la Lega Nord y el partido de Mario Monti. Napolitano, comiéndose sus propias palabras, aceptó.

Y es así como en Italia tres cadáveres políticos eligieron a un zombie.

The Quirinale Walking Death: Así ven los italianos a Napolitano. (1)

Silvio Berlusconi, que había perdido la mitad de su electorado en las recientes elecciones parlamentarias. Pier Luigi Bersani, dirigente dimisionario del PD que había fracasado proponiendo candidaturas e intentando la formación de un gobierno. Mario Monti, primer ministro en funciones de un «gobierno técnico» que también se estrelló en las urnas. Y el zombie Napolitano, de 88 años que teminaba su mandato como presidente. Cuatro muertos vivientes  reunidos en una habitación deciden el futuro de Italia.

Los italianos estupefactos se preguntan cómo es posible que después de unas elecciones en las que los grandes partidos perdieron millones de votos se encuentran con la misma situación que antes de las elecciones. El mismo presidente y los mismos tejemanejes que han llevado al país al caos en una deriva hacia el abismo que dura 20 años. Ayer, miles de personas se concentraron delante del palacio Montecitorio mostrando su indignación. Militantes de base del teóricamente de izquierdas Partito Democrático rompían sus carnets ante las cámaras al constatar la traición de Bersani que ha preferido apoyar a Berlusconi (con la candidatura fracasada de Marini primero y con la de Napolitano después) antes que pactar con la tercera fuerza política de Italia, el Movimento 5 Stelle con un programa mucho más acorde a su ideología.

Pero algo bueno ha traído esta situación, ahora las cartas están boca arriba. Las máscaras han caído definitivamente.

Se prevé que Napolitano, claramente a las órdenes de los grandes partidos, designará un nuevo «gobierno técnico», al dictado de las políticas neoliberales que están hundiendo el país y con la bendición de la Unión Europea (AKA Merkel), que ya avaló a Monti. Un gobierno de concentración PD+PDL+Lega+Monti por un lado. Y en la oposición el M5S de Beppe Grillo y el SEL (izquierda ecologista) de Nichi Vendola.

Los pocos italianos que aún no habían entendido cómo se cuece la política en Italia, han abierto los ojos. No hay diferencia entre la izquierda tradicional, el PD, y la derecha de siempre, PDL y Lega. Cuando sus poltronas peligran, venden su alma al diablo si hace falta.

Ayer, Bersani lloraba de alivio en el parlamento después de la reelección de Napolitano. ¿Por qué lloraba? ¿Qué se estaba jugando? ¿Por qué dimitió y acto seguido siguió a Berlusconi en esta solución final arrastrando al PD al abismo? Como un caballo de Troya ha decretado la muerte política de su propio partido, con sus electores enfurecidos por la traición a su programa y el inciucio con el PDL, su rival.

Berlusconi, el gran perdedor de las elecciones, ha sido el ganador. Se asegura, con el nombramiento de Napolitano, un «gobierno técnico» que no llevará adelante las leyes que podrían perjudicarle: no habrá ley de incompatibilidades, seguirá la financiación pública a los partidos, continuarán los recortes en Sanidad y Educación, y se prevé una ley mordaza para la magistratura que le pisa los talones.

La ciudadanía, que había expresado con su voto la necesidad de un cambio, con la entrada masiva del M5S en el parlamento y la pérdida respectivamente de un tercio y la mitad de su electorado del PD y el PDL es la gran derrotada.

Ya ni siquiera se disfraza de gatopardismo, la doctrina política de que «todo cambie para que todo siga igual». Hoy en Italia todo sigue igual para que todo siga igual. Una clase político-empresiarial corrupta que mantiene el poder con uñas y dientes, saqueando el país a la vista de todos.

Y el responsable de que siga así es Giorgio Napolitano. Horas antes de recular en su decisión de no ser reelegido, la partitocracia estaba contra las cuerdas. EL PD dividido, estaba a un paso de rendirse y aceptar la candidatura que tenía más apoyos, la de Stefano Rodotà, aclamando por la ciudadanía y la prensa como figura intachable e incorruptible: como el presidente neutral que necesitaba Italia. Berlusconi estaba fuera de juego, ordenando a sus diputados que no participasen en la elección después de que su primer candidato cayese y sin un candidato aceptable que proponer.

La excusa es que había que elegir presidente cuanto antes, y Napolitano se vendió como salvador de la nación. «No puedo sustraerme a esta responsabilidad», dijo. Solo habían habido cinco votaciones. Hace años, el considerado mejor presidente de italia, Sandro Pertini, fue elegido presidente despues de… 16 votaciones.

Pero los moribundos no podían esperar, era ahora o nunca. Entre morir a secas o morir matando, han escogido la segunda opción. ¿Seguirá sin visos de solución la misma política que está llevando al país hacia las puertas de Grecia?

Malos tiempos para la democracia en Italia. Malos tiempos para la economía en un país que se está hundiendo con políticas fracasadas.

El primer presidente reelegido de la historia, Giorgio Napolitano: el presidente de la Vergüenza.

«Cuando un gobierno no hace lo que quiere el pueblo, hay que echarlo aunque sea con mazos y piedras».
Sandro Pertini (1896-1990), luchador antifascista y considerado el mejor Presidente de la República Italiana de la historia.

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(1) Fuente: https://twitter.com/Sir_Blister/status/325730011271266304